¡Ese periódico de M…!
El diario le da la libertad de expresarse, aun cuando la opinión sea contraria a nosotros, o nos digan hasta “malparidos”.
Somos 300 empleados. No todos nos conocemos, pero sí todos formamos parte de una empresa editorial que se mantiene trabajando unas 18 horas al día. Aquí hay de todo, como en botica, como dice un viejo refrán que ya poco se escucha en las calles.
De mañana está la Sra. María, una mujer que no pasa del metro cincuenta, callada, pero que recorre las redacciones, la cafetería y los baños, con su herramienta de trabajo: un set de limpieza. Como ella, hay un par más.
También está el famoso "Gallo", un gigante de 1.89 de estatura, que siempre parece estar alegre; pregonando sus verdades con algo de humor y al mejor estilo de quien se siente orgulloso de vivir en el gueto: "Tú sa´e cómo es". Verlo caminar es pensar en aquella canción de Rubén Blades: "Por la esquina del viejo barrio lo vi pasar. Con el tumba´o que tienen los guapos al caminar". No es Pedro Navaja, pero sí tiene ese estilo. Es un grande dentro de la empresa cuando hay que reparar algo que esté dañado.
Allí está Anita, toda una vida en Epasa. Algunos hasta piensan que llegó con el gringo Nelson Rounsevell allá por 1925, cuando se editó por primera vez el Panamá América. Con su voz aguda te saluda: ¡Buenaaaas! ¡Firmen la lista! Ha trabajado casi con todos los directores de “Crítica”, y se le oye exclamar: ¡estos periodistas no son como los de antes!
Así como ellos está el resto. Periodista, fotógrafos y diseñadores. También están los ejecutivos de ventas y administrativos, que se distinguen del resto por estar siempre bien "chaneaditos". ¡Eyy, la apariencia es "very important”!, expresó alguien una vez.
También están los del tercer grupo: los noctámbulos, cuya labor se inicia después de las 6:00 p.m. y termina al amanecer, cuando la rotativa ya ha cumplido con su parte de trabajo. Y es que sacar un periódico a las calles no es tan fácil ni menos rápido, es un engranaje en el que participa toda la empresa. ¡Es una cadena! Cada quien sabe lo suyo.
Ya de madrugada, los diarios tienen formas y están listos para que lleguen a los lectores. A esa hora es que entran en escena los desconocidos para muchos: los distribuidores. Llegan en taxi, carro o busitos. La gente va buscando "parking", se estaciona y espera pacientemente que le entreguen sus periódicos. Si tienen suerte la espera será corta, de lo contrario, es mejor acomodarse tranquilo y echar un sueñito.
Esos son los mayoristas como “Cesín” Barrera, Evangelisto Pérez, que por ese nombre tan feo prefiere que lo llamen “El Chiricano”, César Menotti y Marisel Mata. Ellos se encargan de llevar los diarios de Epasa hasta donde se encuentren los canillitas como “Calet”, Juan Saucedo y otros que tienen su "feeling" para vender los periódicos, pero son una pieza medular en cualquier medio de comunicación. Son gente humilde, pero con una riqueza cultural popular que solo se aprende en los barrios. Son los que maldicen al director Pritsiolas por cerrar tarde el periódico o sacar un titular “aguado” que no levanta ni el bostezo de sus potenciales compradores.
Los canillitas son casi los últimos en la cadena, los que tienen contacto cara a cara con los lectores y son los que tienen que aguantar directamente las críticas contra la Crítica. Ellos reciben los cuestionamientos por alguna palabrota que el director utilizó en un titular hasta los reproches por los errores y horrores ortográficos de una que otra sección. ¡El crucigrama no salió!, "ese periódico es una basura", "periodistas de pacotilla", "eso es una pendejada". ¡Esa gente no tiene familia!
Con el modernismo llegaron las redes sociales y los “influyentes” como Domil Leira, el de Esto es Guerra, que exclama que a nuestros diarios les gusta “transgiversar” las cosas. Igual figura Alexis Zuleta, del educativo programa de Calle 7, que nos recomienda ser menos amarillistas, o el otro “comunicador” que, después del titular sobre el caballo muerto en la autopista, pide a los anunciantes que no pauten en esa porquería de Crítica.
Es verdad y no se puede esconder que en ocasiones los lectores hablan "pestes" del diario. Están en su derecho. Cada quien dice lo que quiere, cuando quiere y como quiere" de Crítica, principalmente. No queda más que aguantar calla´os. El diario le da la libertad de expresarse, aun cuando la opinión sea contraria a nosotros, o nos digan hasta “malparidos”. Si no lo creen, vayan a la página de Facebook https://www.facebook.com/CriticaPanama/ lean los comentarios y compruébenlo.
A eso se le llama libertad de expresión, y cuando ese derecho se le corta a un pueblo, el pueblo quedará a merced de un solo pensamiento, una idea o una imposición. Si al propio director del diario lo plomean o lo joden en el “Se Escucha por Ahí”, qué se puede esperar para el resto de los cristianos.
A nosotros ni a nadie le gusta que se le critique cuando algo no está bien, menos a las autoridades. Al igual que en todas partes del mundo en donde se habla de democracia, Crítica ha señalado las malas actuaciones de los gobernantes, de la forma que lo ha hecho durante sus 58 años de existencia, utilizando el lenguaje que es común en los barrios, usando palabras que supuestamente ruborizan a más de un santurrón que cuestiona, pero que también vocifera o piensa. La típica actuación de quienes tienen colgados 1,000 diplomas en las paredes de sus casas para sentirse que su educación es superior a la del resto.
Sí, Crítica habla en "buen panameño", ¿por qué no? El 75% de la población viene de los barrios más necesitados y son los lectores de este medio. ¿Por qué maquillar una realidad con palabras bonitas?
Somos 300 empleados, algunos con más posibilidades que otros, algunos de barrios medios, pero todos dentro de una sola empresa, que hoy está siendo acosada por la amenaza de un cierre, solo por el hecho de llevar una línea editorial diferente a la del presidente de turno. ¿Será que no le gustó que se publicara que usó pantalones cruza charcos durante su encuentro con Donald Trump, en Washington, o que se le señalara por las irregularidades dentro de su Gobierno?
Si se cierra Crítica, se callará la voz del pueblo, pero quedará en la memoria de muchos panameños aquel periódico rojo que fue el diario #1 en circulación, que se vendía más que los otros y en el que los modismos propios como ¡Qué xopá! o el siempre recordado ¡Fuckin, árbitro!, cuando Mark Geiger nos robó el partido de la Copa Oro contra México y que ha sido el titular más reproducido en toda la historia de los diarios panameños. Esos titulares jamás aparecerán en otros diarios porque eso no es glamuroso, pomposo, complaciente, fresita ni tampoco “cute”.